Siempre comento la vergüenza patria que siento (y que conste que me considero una persona patriota) cuando viajo al extranjero y me cruzo con grupos de españoles. Los ejemplos a contar son innumerables; probad a pasear por cualquier capital centroeuropea, caracterizadas por reinar el orden, el civismo y la tranquilidad y comprobad quienes suelen ser casi siempre los que rompen esta armonía con sus gritos, aspavientos y sus "aquí estoy yo que vengo de España miradme todos como somos los españoles" (si exceptuamos a los italianos, claro). Comprobad las reacciones de nuestros compatriotas cuando algún educado ciudadano del mundo osa reprenderle por algúna muestra de comportamiento incívico: sacará pecho, sonreirá con ironía, levantará la barbilla orgullosamente para decir aquello de "...en España es que somos así!". Spain is different de vuelta.
Toda esta reflexión viene a cuento de algo que me pasó en semana santa.
Aprovechando el jueves santo salimos al centro de Madrid a ver un par de exposiciones por la zona del paseo del Prado. Para los que no sean de aquí, es el paseo donde se encuentran el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza, el Jardín Botánico y ahora el Caixa Forum entre otras cosas. Es probablemente la calle con más concentración de turismo de Madrid (las calles principales están hasta indicadas en japonés) y es, por consiguiente, la calle donde más tiendas y puestos de souvenirs patrios se venden.
¿Quieren ustedes saber cuál era el souvenir estrella que se ofrecía en todos los puestos y tiendas? ¿Quieren adivinar de todos los tópicos culturales de nuestro país cuál era el último en aparecer y ofrecerse con más orgullo y sorna, incluso por encima de los Quijotes, Sanchos, flamencas y toritos? Pues miren la foto de abajo y salgan de dudas:
Por eso, vuelvo a plantear la cuestión: ¿El españolito del siglo XXI difiere en esencia mucho del españolito del siglo pasado y su Spain is different haciendo bandera de su paletismo?
Yo sospecho que no.