31 diciembre 2005

¿EN QUÉ AÑO VIVIMOS?

...Y bueno...ya apuramos los últimos minutos de este 2005 y vamos inevitablemente camino del 2006. Como en años anteriores, viviremos la sensación de que una etapa muere para dar a nacer otra nueva. Balances, recuerdos, promesas, planes, deseos...todo confluye en esta noche, al son de 12 campanadas y todos nos acostaremos (antes o después) con el convencimiento de que empezamos a escribir una nueva página.

Sin embargo, no todos vivimos en el 2006.

Los chinos por ejemplo, se rigen por las fases lunares y solares, ya que el año nuevo comienza tras la segunda luna nueva después del solsticio de diciembre, por lo que su año nuevo varía de fecha cada año, aunque casi siempre coincide con el mes de febrero. Son fiestas muy importantes para la cultura china; de hecho, su celebración dura dos semanas. La noche anterior a su fín de año se limpian las casa de utensilios que ya no se usarán más y todo el mundo saldará sus deudas. Una vez en la cena los niños reciben sobres rojos con dinero, cuya cantidad debe de ser siempre número par, pues para la cultura china es símbolo de buena suerte, salvo el número 4 que significa muerte. El año se despide con tracas de petardos que ahuyentarán los malos espíritus y darán cabiDa a nuevos y mejores. Actualmente estamos en el año 4702 chino, ya que empiezan a contar desde el nacimiento del primer emperador de China. Es el año del gallo.



Los árabes, sin embargo, se rigen por un calendario extrictamente lunar por lo que cada año suyo lleva 11 días más que el solar. Así, un mes lunar, a lo largo de los años, transcurre por estaciones distintas, debido a la rotación de éstos. Su celebración del año nuevo comienza en el momento en que se vislumbra la primera porción de luna tras la luna nueva una vez cumplidas las 12 fases lunares que componen un año. Como la comunidad islámica hoy en día tiene una extensión geográfica descomunal por casi todos los continentes, se ha unificado la celebración a una única fecha, evitando celebraciones en momentos diferentes que restarían simbolismo a la ceremonia. Para celebrarlo decoran las casas con trigo, cebada y lentejas como símbolo de prosperidad. Actualmente estamos en el año 1426 islámico, ya que empieza su calendario con la Hégira, es decir, en el 16 de julio de 622 d.c. cuando Mahoma emigró con los primeros fieles a La Meca.



Los hebreos también emplean un calendario extrictamente lunar. Sin embargo, el suyo es un calendario extremadamente complicado. Tienen 3 años regulares de 353, 354 y 355 días y también 3 años embolísmicos (bisiestos) de 383, 384 y 385 días. Para ajustar las cuentas emplean dos meses de regularización llamados kislew y marjeshván. El cálculo del año nuevo es extremadamente complejo en comparación con otras culturas o religiones: "Se debe celebrar en el Moled que sigue inmediatamente al equinoccio de otoño. Pero al tener que caer en determinado día de la semana, y al contar desde la salida de la luna, y no desde el inicio del día (a las 6 de la tarde) los desplazamientos resultantes son considerables". Las celebraciones son precedidas por una semana de oraciones de penitencia, y 10 días después de los festejos llegará la jornada de máxima expiación y ayuno: el Yom Kipur. Esa jornada es la más sagrada para el calendario hebreo, ya que es cuando se cree que el Creador inscribe, o no, a los creyentes en el "Libro de la Vida", por lo que una de las felicitaciones del año nuevo es: "Que seas inscrito". Esta noche, en los hogares judíos de Israel y de todo el mundo los comensales bendecirán la llegada del nuevo año deseándose "Shaná tová u metuká" (Feliz y dulce año nuevo) y comerán rodajas de manzana bañadas en miel para que el próximo año "sea lo más dulce" posible. Su calendario comienza, según el rabí Samuel estipuló, en el mismo día de la Creación del mundo (ahí es nada...) , que según la cronología bíblica data del 7 de septiembre de 3761 a.c. Por lo tanto, los hebreos viven actualmente en el año 5.766.



Los Budistas celebran su nochevieja el 31 de diciembre también; los templos budistas despiden el año con una campana que los transeúntes van haciendo repicar hasta 108 veces, una por cada mal existente en el mundo, para así purificar su karma de cara al nuevo año. Luego, el día de Año Nuevo (Losar), es tradicional hacer una peregrinación a un templo budista donde se hacen y escriben votos para el año entrante. Los budistas comienzan su calendario con la extinción de Buda en la India, por lo que actualmente el año budista tibetano es el 2.548.



En la India, los hindúes celebran la Nochevieja en distintas épocas del año, dependiendo del lugar donde vivan y la rama del hinduísmo que practiquen. En el védico las celebraciones tienen lugar en las casas, que se limpian y decoran y se intercambian obsequios. Es una fiesta de luces vinculada con Kali (diosa de la buena suerte) que visita toda casa iluminada por una lámpara. Actualmente estamos en la Kaliyuga que comenzó en el año 3102 antes de Cristo. Sin embargo, según el calendario hinduísta de Shalivahan Shaka estamos en el 1.914, según el hinduista de Vikrama Shaka es el 2.048 y según el Yudhistira Shaka estamos en el 7.505...



Como podeis observar la medición del tiempo, el empeño en dotar de significado existencial al paso de éste, la voluntad de otorgar un fín y un principio dónde se eliminen periodicamente los males que arrsatramos y los renovemos por deseos y buenas voluntades para los tiempos venideros, es algo común al hombre y su historia.



Lo que no entiendo es como es posible que habiendo mas de 12 años nuevos en el mundo al año y de manera continua, con sus correspondientes nuevos deseos de paz y amor, al final el mundo esté siempre esté a hostia limpia...



Feliz 2006 a todos.

16 diciembre 2005

LLAMANDO A LAS PUERTAS DEL CIELO


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«Los tiempos están cambiando, Billy»
«Los tiempos pueden que hayan cambiado, pero yo no»

¿Puede una película ser una balada?

Sí, y más si quién la rueda es Sam Peckimpah y quien la canta es Bob Dylan.

“Pat Garrett and Billy the Kid” es eso: una crepuscular crónica cantada en tono de balada por un personaje llamado Alias, que no es otro más que Bob Dylan. Éste, un cronista que narra desde la mirada de Sam Peckimpah cómo “los tiempos están cambiado”, nos mostrará el empeño de Pat Garrett en matar a su viejo amigo Billy por encargo de los nuevos terratenientes que darán fín al viejo y legendario oeste.

Esta obra maestra de Sam Peckimpah sobrepasa (como suele pasar con las grandes obras) el propio género del que se sirve, el western, para narrar no sólo ese cambio de los tiempos que corren, sino cómo dos personas antes unidas por la amistad y la libertad se verán ahora enfrentados por la manera personal que cada uno decida escoger para sobrevivir a los nuevos tiempos que vienen: por un lado la de Pat Garrett, que acepta acabar con Billy para poder imponer la ley de los nuevos tiempos; y por otro lado la de Billy, que renuncia a traicionar su manera de ser, su libertad, tratando de huir a la frontera de México donde espera encontrar ese último refugio donde poder seguir siéndose fiel. Si Pat avisaba al comienzo de la película a Billy de que en 5 días dejará de ser su amigo porque le tiene que matar, Billy, sin embargo, responde un rato después a alguien que le pregunta que por qué no le mata antes él: “Porque es mi amigo”.

A partir de aquí se desarolla el resto de la película: melancólica, crepuscular, reflexiva, legendaria. Bob Dylan aparece caracterizado en el papel de Alias, asumiendo marcar no sólo el tono de la película sino también el ritmo de ésta a través de sus baladas, que no son más que una crónica de cómo estos personajes encaran el sino de los nuevos tiempos. “Los tiempos están cambiando Billy, te quieren matar porque eres demasiado libre” canta Dylan; y mientras, Billy huye a la carrera dejando atrás a todo su pasado, a todos esos viejos amigos que poco a poco van traicionándole ante la perspectiva de no desaparecer también ante los cambios que acechan.


Billy sabe que, en realidad, nadie le va a poder seguir en su empeño de encontrar el último lugar donde sobrevivir acorde con su honor y esencia. Se sabe ahogado por los nuevos tiempos. Quizás por eso decida abandonar a sus camaradas para huir a México, donde habita un viejo amigo campesino mejicano, lejano a las nuevas leyes de parcelación de tierras que quieren acabar con el viejo y legendario oeste. Quizás por eso, cuando éste muere en sus brazos bajo las balas de los parceladores de tierras es cuando entiende que ya no hay lugar para él en el nuevo mundo que se le presenta; Billy representa a los libres y a las minorías que serán eliminadas por los poderosos. Entendiendo que nada se puede hacer ya frente a ellos decide volver para encontrarse con su destino. Un destino al que se encamina tranquilamente, para dejar que sea el viejo amigo Garret el que lo lleve a cabo.


La búsqueda de Garret, sin embargo, no entiende de prisas. Pat sabe que, poco a poco, los nuevos tiempos dejarán cada vez menos espacio de refugio a Billy. Por eso decide perseguirle siguiendo su estela: su pasado. Irá tras los compañeros que va dejando atrás Billy en su huída. «Cuando matas a un hombre, le quitas todo lo que tiene y todo lo que podía haber tenido» afirma Billy en un momento de la película. Por eso Garret va poco a poco eliminado a sus viejos camaradas, va matando así su pasado, pero también está matando el suyo propio, pues es el que compartió con su antiguo amigo. Pat sabe que matará a Billy. Pero también sabe que matando a éste, habrá acabado por matar el último lazo que le une a su propio pasado. Acabará, por lo tanto, matándose a sí mismo también, tan genialmente escenificado de manera metafórica en la famosa escena del espejo en la que tras matar a Billy dispara a su propio reflejo, mostrando así también el desprecio que siente por lo que acaba de hacer. Un desprecio también mostrado por el director en numerosas ocasiones a lo largo de la película, como cuando interpreta él mismo al enterrador que se encuentra con Pat y sabe que ha encontrado a Billy para matarle y le increpa: “¿Cuándo aprenderá que no se puede fiar uno de sí mismo? ¡¡Es usted un puerco y un hijo de puta, Pat!!”. O el mismo desprecio que, ya una vez consumada la traición, cablagando Pat Garrett hacia el crepúsculo, sufre cuando el niño le arroja barro por haber matado a Billy.


Por el camino han quedado escenas memorables para la historia del cine como, por ejemplo (y de entre todas mi favorita), la muerte al amanecer del viejo con el tiro en el vientre, caminando mientras le observa entre lágrimas su mujer, hacia esas aguas por las que un día pensaba dejar todo atrás, nuevamente acompasado por las notas de Bob Dylan.
Finalmente, Billy decide esperar a su destino entre los brazos de la hija del campesino. Sabe que no le queda más remedio que desaparecer con el fin de una época. Y allí le encuentra Pat, que le matará consumando la traición. Desde ese momento Billy se convertirá en leyenda. Una leyenda tan grande como ver a Bob Dylan cantándole “llamando a las puertas del cielo” o, lo que es lo mismo, “Knockin' on heaven´s doors”


10 octubre 2005

(DES) ENCUENTRO DIGITAL

Y llevaba meses sin faltar a una sola cita de las que Carlos Boyero nos regala para impartir cátedra (tanto de su ilimitado conocimiento, como de su pasión por el gran cine, la buena literatura y la mejor música) tratando de, por una vez, poderme encontrar frente a a él para tener la oportunidad de preguntarle cualquiera de las cuestiones que siempre le quise plantear.

Cada jueves, a las 13:00h, hora peninsular, una y otra vez, hasta 100 veces, insistía mandándole la misma pregunta, escrita de mil y una maneras distintas, pero la misma pregunta al fin y al cabo. Y una y mil veces era ignorado en mi infinito empeño...

En el último estertor, ya cansado y dado por vencido, decidí improvisar a última hora y con lo primero que se me ocurriera; y quiso la poderosa casualidad que ese fue el día en que decidió echarme cuentas.

¿El resultado?:

PREGUNTA: Carlos...¿cómo puedes decir que Leone es lo peor que le ha pasado al Western después de ver "El bueno, el feo y el malo"? Si no fuera pq el 90% de tus opiniones son cátedra para mí pensaría que ese día que lo dijiste estabas en medio de "un mal viaje". Un abrazo carlos, eres un crack.

RESPUESTA: Voy más lejos. No sólo es lo peor que le ha pasado al western sino una de las peores cosas que le han ocurrido al cine en general. Y repito que algunos momentos de "Érase una vez en América" me hacen llorar. Otro abrazo para usted, pero empieza a mosquearme con este feroz desencuentro sobre el impostor y frívolo Sergio Leone.


...Pues como el propio título de este blog dice: Un improvisado desencuentro...

Eso sí, el jueves, a las 13:00h, como desde hace mucho tiempo, ahí estaré de nuevo...para quitarme ante este señor el sombrero

06 julio 2005

BARAKA

No lo vamos a negar. Si la gente viera todos los documentales que dice ver, la 2 batiría records de audiencia suficientes como para resolver la crisis financiera de la televisión estatal y comprar unas 4 o 5 más. El documental, mal que nos pese, es un género menor del que gusta mucho presumir y poco disfrutar. Por lo tanto, el documental, si bien es quizás el género que plantee una visión más objetiva, directa y didáctica del mundo que nos rodea, es el menos preferido por el público general para tener una visión de algo, ya sea este algo la vida salvaje de la foca monje en Mauritania o bien algo más trascendente como mostarnos a nosotros, pequeños y sedentarios mortales, cómo es el mundo en el que vivimos.

Sin embargo, como en todo género, por menor que éste sea, siempre hay una joya u obra maestra que trasciende más allá del género del que se sirve. Y eso es lo que pasa con Baraka. Y lo siento por los que presumen de participar en los ratios de audiencia de canales como Discovery Channel, Documanía, etc...sin ser cierto que lo hagan, e incluso por los que directamente niegan interesarse por cualquier tipo de documental; lo siento porque se pierden un asombroso, por no decir maravilloso, documental que nos enseña,esta vez sí, nuestro mundo de una manera tan global, directa, y llamativa que no sólo produce el deleite de quién lo mira por su bella plásticidad (impresionante) sino por las fibras y reflexiones que como el Significado del título dice llega a sutilmente tocar.

Baraka es una visión del mundo. Y Baraka es una reflexión sobre el mundo.

Nos muestra la naturaleza en su más espectacular expresión. Rincones inapelables de maravillosos que se presentan: Selvas tropicales vírgenes, deshielos
de las nieves del himalaya tibetano, cisternas naturales colosales de volcanes latentes, desiertos tan abstractos como extensos y aformes...pero también nos muestra algo de los que viven en estos y otros marcos, y habla también de los que vivieron.

El lenguaje que emplea es sencillo y a la vez coplejo. Es Sencillo en sus formas, sencillo respecto a que solo emplea dos elementos: la imagen y la música. Complejo porque lo emplea con tal maestría que sería como decir a Shakespeare que era sencillo porque usaba sólo letras. Las imágens son de tal arrebatadora belleza que uno entra casi durante hora y media en trance dejándose llevar por la sucesión de éstas hipnotizado por una perfectamente integrada banda sonora. Aunque el truco real de esta increible fotografía es la visión que emplea el director: la majestuosidad de la naturaleza, que retrata inmensa, viva, colorida, espectacular...visión que comparte de forma paralela al mostrar lo colosal (a la vez que antinatural) de la civilización que el hombre ha construido.

Sólo en este radical contraste uno SIENTE lo artificioso del mundo que creamos, pero también del daño que al otro, el natural, el que siempre estuvo ahí (y capaz por sí solo de mayoes maravillas) le producimos. Cada secuencia es terminada con un plano mantenido en silencio durante largos segundos de algunos de los protagonistas de estos contextos: la inquietante mirada temerosa de un mono en medio del extraño mundo que le rodea, la dolorosa mirada del nativo amazónico traspuesto por la cruel tala masiva de su entorno, las colegialas uniformadas en medio de la marabunta de civilización hacinada en el metro bajo tierra de Japón...

También resulta emotiva la visión del director a la hora de destacar al hombre como el únioco ser espiritual que habita la tierra, haciendo un bello recorrido por las diversas religiones y ritos que habitan el planeta y las bellezas que a partir de ella se han logrado. Y de aquí es de donde parte la última y quizás mas inquietante reflexión, en la que desde las imágenes de las grandes ruinas religiosas de nuestras antigüas civilizaciones tales como templos camboyanos en mitad de la selva, las antiguas pirámides egipcias en mitad del desierto, templos mantras al borde del ganjes o los resquicios de los maravillosos antigüos templos persas, uno quizás se plantee en qué momento de su historia el hombre dejó atras la armonía entre él, su espiritualidad y la naturaleza...

Baraka es un documental, que todo ser racional del planeta debería ver. O mejor dicho, Baraka es una reflexión más allá de la moral, que todo ser racional debería obligatoriamente resolver.

01 junio 2005

ROMPIENDO LAS OLAS

Hay películas que producen tal vorágine de sentimientos, tan complejos, indefinidos, tan nuevos y profundos, que dejan a uno traspuesto durante días, es decir, le ponen a uno del revés. Esto suele ocurrir con aquellas obras maestras que huyen de la sencillez de los sentimientos estereotípicamente definidos, que buscan conmover desde la pureza y autenticidad que significa exprimirlos, dotándolos de kilates de realidad y profundidad. En definitiva, con aquellas películas que se crean desde la honestidad.

Y partiendo de esto me encuentro con que "Rompiendo las olas" es una obra maestra.

Compleja.

Honesta.

Profunda.

Auténtica.

Insólita.

Tremenda.

Conmovedora.

Inquietud. "Rompiendo las olas" es una película que produce sobre todo inquietud. Una enorme inquiteud por las infinitas sensaciones, reflexiones y sentimientos que nos dibuja. "Rompiendo las olas" es una película que te golpea secamente desde dentro.

Es una película que habla de la fé. Pero también del amor. Y además habla a la vez de las dos.

Habla de una bella, a la par que tan débil como buena, persona que padecerá una enfermiza y exacerbada hasta la esquizofrenia Fe en Dios. Una Fe que marcará otra por igual enfermiza y exacerbada, pero pura, historia de amor. Un amor que acabará por convertirse primero en Fe, después en religión, y finalmente en redención. Un existencial y doloroso viaje, en definitiva, hacia la sorprendentemente por lúcida última reflexión de la que la protagonista, en su doloroso existencial viajar es capaz: No es la Fe en las palabras lo que importa, lo que importa es la fe en el hombre, en el amor. Pero para entonces ella ya se ha convertido en una mártir, repudiada, apedreada, demonizada y condenada por una fe, que repito, destruye al hombre que de forma natural descubre la fe en el el hombre y en el amor.

Y qué maravilla de formas, tan naturales como contundentes, se emplean para contar la historia sin concesiones. Todo lo que se narra en esta película es realista y veraz. No hay artificios, solo elementos naturales que son metáforas de las volcánicas sensaciones y sentimientos que los protagonistas sienten, expresan y padecen.

El viento, las rocas, las olas, el mar...

Es el viento el que expresa la levitante pasión de unoss recién enamorados que se sienten volar contra él; el mismo ensordecedor y ruidoso molesto viento que desde el helicóptero, unas secuencias después, creará la distancia entre los dos.

Es el aire el que ruge siempre con sobrenatural y sobrecogedora furia, como si se tratara de la fuerza del amor, o de Dios, o de los dos.

Es el mismo aire que rompe las olas violentamente contra las rocas, expresando el agonizante interior de una débil amante (a la postre tan fuerte como ténaz)gritando llena de locura al borde del acantilado todo su dolor.

Es la luz (siempre natural) la que inunda los paisajes dándoles color, señalando tal vez la presencia de Dios. Una luz que, sin embargo, se ausenta en cada una de las secuencias del interior de esa sobria e inquietante iglesia, donde cuyo único sentimiento que aflora es la cerrradez y el temor.

Entremedias de todo esto, uno llorará, otras sonreirá, otras reflexionará, otras se impresionará, OTRAS SE RETORCERÁ...la película es un duro y sin concesiones ni remilgos viaje a los extremos de los sentimientos, que no concede tregua en su dureza y realidad.

Sólo en su más que bello desenlace, donde el sacrificio por amor de la vida de Bess curará a Jan, al unísono de las milagrosas campanadas del final, uno se permite el respiro de suspirar de amarguísima compasión.

Por lo demás, uno se tirará días digeriendo y tratando de procesar y definir los inexpresables y complejos sentimientos y planteamientos que la película sin esperarlo, nos acaba de descubrir.

Si esas campanadas son un milagro...¿No estába loca entonces Bess? ¿Hablaba realmente con Dios? ¿Condece salvar a Jan a través de su sacrificio y pasión? ¿Es Dios cruel?...

...

17 mayo 2005

THE PIANO MAN

Hoy dice el periódico que han hayado a un tipo, y digo tipo con todo mi respeto ya que no le puedo poner nombre, en una playa de Inglaterra con total y absoluta amnesia. Ésta además es tal que no recuerda siquiera cómo hablar. Tampoco hay documento alguno, ni pista, ni gesto, ni mirada, ni palabra que pueda hablar acerca de él. Aunque eso sí, comunicarse puede; pero lo singular es que única y exclusivamente a través, probablemente, del único acto consciente aprendido que no ha olvidado: tocar el piano.

Y a partir de aquí comienza el milagro.

Resulta que cuando le dieron papel y lápiz para que tratara de expresarse lo único que supo hacer el tipo,de nuevo con todos mis respetos, fue dibujar un piano. Y bien, cuando le pusieron delante de un verdadero piano algo inaudito, por no decir maravilloso, ocurrió: durante 4 horas estuvo tocando a Tchaikovski sin parangón. Y debió hacerlo gloriosamente, ya que durante todo ese tiempo nadie tuvo la voluntad (y seguramente mal gusto) de tratar de hacerle parar. Imagino la generalizada escena de de embelesamiento, sorpresa y anodadamiento por el inaudito y mágico instante que se acababa de producir.

Hasta aquí un genuino y extraordinario suceso digno de la mejor película, de la mejor novela, del mejor poema, de la mejor leyenda...cábalas y más cábalas acerca de su orígen, pasado e historia pueden ser y serán creadas como intento de recrear su sino y pasado: una bella metáfora de un hombre que que no entiende el lenguaje de las falaces y artificiosas palabras, sino de sentimientos; un genio superado por la locura de tratar hacer perfecta una melodía; un desamor que acaba en el trágico olvido y en unas manos que tocan la eterna melodía compuesta para ella, ...

A veces la vida nos sorprende imitando al arte...

Mientras, la policía investiga entre las distitnas orquestas europeas para poderle dar un nombre y una historia.

Yo desde luego me quedaré con la mía...

10 mayo 2005

EL MAS VILLANO

El cine es el cine, los héroes son los héroes y las heroínas son las heroínas; pero no hay nada más auténtico y cinematográfico que un terrible villano en toda regla.

Estoy convencido de que por cada héroe de película que recordemos siempre vendrá a nuestra mente su contrarréplica, o lo que es más, estoy convencido de que en más ocasiones recordaremos a esos personajes pérfidos antes que a los edulcorados, planos y previsibles heroés que en la historia del cine tanto han abundado. El mal siempre atrajo, y el cine ha sabido explotarlo magníficamente. No hay duda de que un villano en toda regla siempre ha dado más juego y conectado con nuestra complicidad como espectadores antes que cualquier otro tipo de personaje.

Así que reflexionando sobre estas cuestiones tan frívolas e intrascendentes (en lo que pierde el tiempo uno a lo largo del día...) me apeteció hacer participar a la gente de esta reflexión y animar a que cada uno desvele què "morboso" personaje siempre despertó su lado más oscuro. Nombra ese personaje de cine que identifica mejor tu lado oscuro y confiesa tu villano más villano de la historia del cine...

Yo sin duda propongo a Messala. No puede existir nadie más malvado ni cruel que él; personaje que en su agonía y muerte reserva su último aliento para desvelar a Ben Hur la suerte de su familia. Éste, amigo de la infancia y posteriormente condenado por él a galeras, logra volver tras 15 años para poder descubrir la suerte corrida por su familia, finalmente recibe de Messala la desgraciada noticia de que su madre y hermana moribundan en el valle de los leprosos dónde él mismo ordenó que acabaran...

Ahí es nada...

¿Y el tuyo?

02 abril 2005

EL HOMBRE TRANQUILO

No hay persona en este mundo que no tenga 4 o 5 personas en su entorno de amistades o compañeros (palabra ésta mas diplomática que la de "conocidos") con las que subir unos puntos su nivel de emoción vital compartiendo afinidades, lo cual suele llevar a uno a explayarse a gusto y a celebrar en cada ocasión de éstas cada mínima coincidencia con el correspondiente interlocutor al igual que a pelear casi hasta la promesa de muerte la más mínima descorrespondencia. Normalmente, y por el país en el que vivimos, esta suerte de ocasiones suele aflorar con unas cervezas de por medio y con las mismas 4 o 5 personas: la maruja que se desvive por la última traición de Jose Alfredo en el enésimo capítulo del enésimo culebrón latinoamericano no perderá oportunidad de alegrar su cotidianeidad (normalmente desdichada) compartiendo sus pareceres al respecto con esas 4 o 5 personas de las que hablo; el españolito medio (este sí que entre cañas) que vive cada semana como un previo de 6 días al partido de su afamado equipo de fútbol no podrá renunciar en tal esperado día a vociferar su parecer sobre éste y otros menesteres con sus también 4 o 5 afines; el melómano que descubre los placeres y deleites de ese nuevo artista que desconocía, el cinéfilo que se encuentra con una nueva obra maestra, el esmerado lector al que cae entre sus manos la última gran novela de hasta ese día su vida...cada persona de este mundo tiene sus pasiones y ya se sabe que las pasiones gusta compartirlas.

Lo malo viene cuando uno lleva tiempo en que no encuentra nada que le levante de su silla. La inquietud es buena compañera pero dificil de contentar. Y es que cuando esa maruja ha visto el enésimo más un culebrón, el españolito medio su trigésima cuarta temporada de fútbol, el melómano descubierto toda la discografía posible que pudiera acaparar sus gustos, el lector empedernido fagocitado los grandes literatos y el cinéfilo haya revisado su videoteca hasta los 90 (más allá está todo inventado)...su inquietud se volverá dificil de satisfacer.

Y en justo ese momento, me pasa lo que me pasó. Me explico.

Uno tiene varias pasiones y ninguna de ellas desde luego originales. La música y el cine. Así de simple. Y el problema es que venía ya siendo una temporada larga en la que no encontraba absolutamente nada que me moviera las entrañas como aquella primera vez que uno escuchaba con oídos vírgenes el "Sweet Child O'Mine" de los Guns and Roses o que levitaba con De Niro construyéndose película a película como un mito. Tampoco es raro, la radio fórmula, los productos enlatados, las malas fotocopias y el marketing se han convertido en la regla dominante del business (nunca mejor dicho) musical; y en el cine la cosa está peor, la creatividad ha dado paso a ultimísimos efectos digitales, ¿no tienes algo que contar? ¡da igual! añadiendo ejércitos de miles de personas, destrucciones masivas, temporales apocalípticos y explosiones en THX2000 el taquillazo es seguro.

Pues en medio de todo esto uno no encontraba nada de que hablar con esos 4 o 5 afines.

Sin embargo uno va un día al cine y la fiera se despierta. Y de esto tiene la culpa el hombre tranquilo (con perdón de John Ford) más conocido como Clint Eastwood.

Eastwood es uno de esos cineastas que como el vino (perdón por el símil tan facilón) madura y crece con los años y que se ha convertido en uno de esos artistas de los que siempre se espera un buen trabajo y pocas veces decepciona. Cada película es un paso adelante que supera al anterior y lo grande es que una vez más ha superado el tremendo listón que dejó en todo lo alto con Mystic River. Por que Million Dollar Baby es una obra maestra absoluta.

Está más que claro que a Eastwood lo que le gusta son los clásicos. Y no sólo por el corte clásico de las suyas como director. Una de sus primeras películas como director, Cazador Blanco, Corazón Negro, ya era una historia sobre las inquietudes de Houston en el rodaje de La Reina de África y ésta última y reciente rezuma homenajes a Ford por cada una de sus secuencias. Porque en el fondo él pertenece a esa última generación de tipos duros pero nobles de sentimientos del ya cine clásico. Y de ellos hereda las virtudes que hacen de su última película una obra maestra.

En mitad de una historia argumentada a través del, tal vez, deporte más violento y repleto de "tipos duros" va Eastwood y nos pone el alma en carne viva de sentimientos. Porque él, como su propio personaje de la película, sabe muy bien la clave de la victoria: amagar hacia un lado y pegar por el contrario. Y así hace Eastwood en su obra maestra. Nada es contado directamente. Bueno sí, pero justo lo que menos importa. Porque lo que menos importa es el boxeo en esta película. Importa (como en todas las grandes obras maestras) lo que no se cuenta, lo que se sugiere, lo que se adivina, en definitiva lo que no se dice pero se dice, lo que sólo se apunta. Así, por ejemplo, no se nos cuenta el drama de Eastwood con su hija, pero se sabe...y entonces amaga con una historia deportiva de boxeo y, sin embargo, el golpe viene por otro lado y poco a poco descubrimos que tras ese amago lo que viene es un intento de redimisión paternal del entrenador con su pupila.

Pero la película tiene mas ingredientes en su receta que la encumbran hasta donde ha llegado.

El segundo truco que Eastwood ha aprendido es el que una gran obra maestra sólo lo es cuando cada vez que uno la revisa descubre una película nueva. Y ésta lo tiene. Está la película tan llena de matices, de sugerencias, de lecturas entre lineas y de secretos, que la segunda oportunidad de verla que se tenga la película ha crecido hasta el tamaño de 3 o 4 más. Es muy posible que ya no sonríamos cómplicemente cuando ese "ateo del demonio" sea increpado en la iglesia por su cura, seguramente nos compareceremos, pues ya habremos descubierto uno de esos secretos en boca de ese mismo cura unas secuencias después: alguién que sin creer acude tanto a la iglesia es que no se perdona algo. Igual nos pasará ante un Eastwood empeñado en hacer campeona a una boxeadora, no apretaremos con dureza las muelas como él, si no que nos haremos cada vez más y más blandos en la butaca sabiendo que su empeño es el de redimirse y perdonarse como padre. Creo que nadie verá del mismo modo ya una escena en la que todo el mundo jalea a la boxeadora con el apodo de "Mo'cushe" sabiendo ya que esas palabras dicen "Mi Cariño", siendo en verdad Eastwood quién lo grita por boca de todos mientras nosotros vemos a ese tipo duro de la esquina del ring empeñado en callarlo. Como digo, hay una segunda película tras la primera y apuesto que una tercera y una cuarta...

Pero la película tiene más trazas de obra maestra. Tenemos a un maravilloso Morgan Freeman dando la contraréplica a Eastwood, marcando los ritmos que mueven a éste, genial en su constante mirada a medio camino entre la compasión y la comprensión, entre la resignación y la honestidad; un personaje que de nuevo amaga y golpea por el lado contrario: Eastwood, protagonista de la historia, al final abandona, desaparece, huye hasta de su propio desenlace y es Freeman quién no sólo da la réplica sino quién con su voz en off nos resume lo que importa de la película: el corazón de un gran hombre, su frustación en la vida (una vez más confirmada) al respecto, un gran hombre que despide la película escondido en una silueta difuminada tras una ventana empañada donde una vez disfrutó de un gran momento paterno-filial con su pupila, desapareciendo ahora de todos, hasta probablemente de sí mismo. Porque Eastwood también sabe que una gran obra maestra debe despedirnos en su final con un nudo en el estómago.

Hasta a título personal se me antoja perfecto el particular homenaje que en la pelicula hace de "El Hombre Tranquilo" de John Ford, a través de ese fragmento del libro que lee en gaélico sobre el boxeador que anhela vovler a Inisfree para crear una familia. Por que en el fondo, la película, es un intento de Eastwood de tener su Inisfree. Una vuelta a los grandes clásicos, las grandes obras, donde el máximo efecto especial era el de la piel de gallina que se nos ponía con algunas secuencias.

Y llegados a este punto me perdonareis la extensión del tema, pero ya sabeis que a todos nos gusta explayarnos con nuestros 4 o 5 afines sobre nuestras pasiones y yo hacía mucho tiempo ya que el séptimo arte no me invitaba.

Hasta la próxima