21 enero 2008

RECOMENDACIONES CINÉFILAS (II)

4.- CHANTAJE EN BROADWAY (Alexander Mackendrick – 1.957)

Hablaba en el anterior post de la obra maestra que en 1.965 Alexander Mackendrick había dirigido, Viento en las velas, tras su sorprendente película “El quinteto de la muerte” en 1.955. Entre ambas obras situamos Chantaje en Broadway, su tercera ora maestra como director (y para mí, la mejor de las tres) que vuelve a mostrar la gran capacidad polifacética de este autor en lo referente a la temática, estilo y forma de su cine.

Hablamos en esta ocasión de una rara obra de cine negro sin serlo, ya que atendiendo estrictamente a su temática no pertenecería a dicho género. En ella asistimos como testigos al mundo que se esconde en el broadway nocturno: una jungla de representantes sin escrúpulos que ansiaran el éxito sin atender a los medios que usen para ello, artistas ávidos de representantes que les encumbren al estrellato y columnistas que ostentan el poder y capacidad para decidir quiénes de aquellos cumplirán sus sueños a cambio de intereses creados. Y todo en torno a una avenida de Broadway que sirve de metáfora de esa sociedad que vive en torno a la obsesión por el poder y el éxito, donde importa el fín y no los medios y menos las víctimas que por el camino van cayendo. En torno a todo esto no faltarán rémoras o parásitos de estos personajes, corruptos ellos, como policías al servicio de los poderosos, dueños de locales a disposición de los intereses de los que deciden quiénes cuentan o no, periodistas salvajes, etc…todos con el denominador común de vivir en un mundo donde la ética y la humanidad carecen de sentido alguno y donde todas sus acciones atenderán únicamente a los intereses propios.

La historia se centra en dos enormes personajes. Por un lado Tony Curtis, un representante obsesionado con lograr el éxito a cualquier precio; y por otro Burt Lancaster, el más importante columnista del más importante periódico americano capaz desde su columna de encumbrar a políticos, locales o artistas o relegarlos al ostracismo atendiendo únicamente a sus intereses personales. El primero de ellos sabe que su éxito dependerá de lograr que el segundo le conceda el favor desde su columna, y el segundo sólo se lo concederá una vez el primero logre mediante sus malas artes que pueda controlar aquella única cosa que se escapa de su poder: el corazón de su hermana, la cual va a casarse con un valioso y honesto músico que trata de mantenerse al márgen de la despiadada guerra de intereses y poderes de Broadway. En torno a esta trama, los personajes urdirán planes, chantajearán, destrozarán carreras, usarán a personas que consentirán en muchos casos por continuar en su carrera hacia el éxito en una luchaen la que sólo caben dos soluciones: la del éxito o la de la derrota. Ambos personajes, además, saben que se necesitarán pero también se despreciarán.

En el fondo de esta historia latirá sobre todo una idea: el cruce de caminos inevitable que se produce entre aquellos que se valen de cualquier arma o medio para lograr sus deseos en la vida y aquellos que lo buscan desde la ética y la honestidad pero que inevitablemente acabarán por convertirse en instrumentos y victimas de los primeros. Así, la trama de la película irá in crescendo complicándose en una compleja sucesión de ardides de los protagonistas, donde finalmente veremos el resultado de la batalla: todos, absolutamente todos, acabarán siendo víctimas; unos de sus ansias de poder y otros de los primeros.

La película, como antes comentaba, es un ejemplo de cine negro asombroso no tanto por su temática como sí por sus personajes y fotografía. Digo personajes, en tanto que estos se tratan de personas corruptas, poderosas, chantajistas, nocturnas, propias de ese tipo de género. Respecto a la fotografía dibuja un Nueva York nocturno asombroso, mítico, de luces y sombras muy propio de ese tipo de género. No falta además en la película una cruel violencia latente que no se muestra nunca de manera explícita (con elipsis a veces de segundos para no mostrarla de manera directa) pero que subyace durante todo el metraje de la historia.

El otro aspecto genial de la película, a parte de su magistral guión, son las interpretaciones de Burt Lancaster y Tony Curtis, probablemente en dos de sus mejores papeles que hayan nunca hecho. Burt Lancaster esta absolutamente genial, impesionante, donde destacaría la genial secuencia en que nos es presentado su personaje haciendo gala del poder que ostenta sin ningún tipo de concesión, frío y cruel, frente a un político que no duda en arrimarse a su batuta como rémora en busca de éxito de su carrera. De esta misma secuencia surge otra idea de la película: una sociedad fundamentada en la lucha por el éxito en donde el verdadero poder lo ostenta quien decide quién lo alcanza, en este caso el cuarto poder, la prensa, ante el cual hasta la clase política se doblega. Sin embargo, la propia historia de la película nos demostrará que habrá algo que el poder nunca podrá dominar: el corazón y afectos de las personas, que acabarán tristemente siendo víctimas de quien deciden romperlos ante su frustración de no poder controlarlos.

Una extraña obra de cine negro tardío, con un perfecto guión, geniales interpretaciones, fotografía extraordinaria y banda sonora en tono de jazz que componen una obra maestra un tanto desconocida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lo dicho. Si tú lo recomiendas, me lo la apunto para verla. Aunque, joer, me falta tiempo pa' tanto por ver!!!